Vemos en principio, un Jesús de cabello corto (infiel a su ley de nazareato que le obligaba por ley mosaica a llevarlo largo). Luego, vemos un Jesús rubicundo y rojizo, la antípoda semita. Y por último lo vemos bastante bien torneado en músculos, como si jamás hubiera practicado un ayuno en sus treinta años. Contrario al jesús de Cazeviel, este jesús-scorsese es un jesús casi anémico: no sangra ni a latigazos. Quizá, Scorsese prefiera la salsa de tomates en los fideos y no en el spot.
Sin embargo, don Martin estaba "tentado" con otra tentación. Como sucede casi siempre con la gente que confunde al Jesús bíblico con la industria del jesús que le sobrevino se ilusiona con que la persona de Jesús y sus mensajeros son la misma cosa, de manera que presenta su oposición a los dogmas a través de argumentos y escenas que tergiversan el mensaje original. (Mucha gente aún cree que el mensaje original de Jesús vive en la jerarquía romana.
Esta película tropieza justamente en la piedra de tropiezo: La razón de ser de la Cruz. El resultado es una cascada de suposiciones liberales que no conmovió ni a la cúpúla ni a los creyentes. Quizás no se trataba meramente de ponerle barba a William Dafoe y hacerlo un cristo.